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Poema [1]

智 者 無 爲

愚 人 自 縛

El sabio no actúa.

El necio se encadena a sí mismo.

Comentario

El sabio, en su profunda comprensión, comprende que la verdadera acción no siempre requiere un constante hacer. La realidad, tal como se manifiesta, es intrínsecamente perfecta. Desde nuestra limitada perspectiva, a menudo percibimos carencias y defectos. Anhelamos ser un poco más delgados, más altos, más inteligentes, más asertivos. Sin embargo, desde el despertar, la realidad es completa y está en perfecto equilibrio.

La parcialidad de nuestra percepción nos lleva a creer que algo falta, que siempre hay una mejora posible. Esta necesidad constante de superación personal es agotadora. Desde una mirada más ecuánime, sin embargo, la realidad en su totalidad se despliega como un tapiz perfecto, incluso con sus imperfecciones aparentes.

Afrontar la existencia de guerras, virus, miseria puede resultar desafiante. La aceptación de que, desde la perspectiva más amplia, todo está bien, parece contradictoria y difícil de asimilar. Aquí es donde entra en juego la sabiduría que nos aporta nuestra práctica. Necesitamos la capacidad de ver más allá de nuestras limitadas percepciones y comprender que, en el gran esquema de las cosas, todo forma parte de un orden más amplio.

Apegados a nuestros propios puntos de vista y a nuestra óptica egótica, nos obsesionamos con la necesidad de mejorar constantemente. ¿Cómo ven las estrellas nuestra obsesión por ser más delgados, más inteligentes, más asertivos? La naturaleza misma, sin embargo, no busca la perfección en esos términos. La clave para liberarnos de esta cadena autoimpuesta es aceptarnos a nosotros mismos y a la realidad tal cual es sin condiciones.

Sentarse, sentirse y sumergirse en la autoaceptación son pasos fundamentales para desencadenarnos de las expectativas y estándares que nosotros mismos creamos. Al cocernos en nuestra propia salsa, aceptarnos incondicionalmente, permitimos que la paz interior emerja. La necesidad de ser más, de manera constante, se disuelve en la aceptación serena de lo que somos. En este acto de dejarnos estar en paz, encontramos la verdadera libertad y el comienzo de la sabiduría.